El Larguísimo Camino: La Larga Lucha de Romy Contra la Enfermedad

Hoy marca el último día del tratamiento de quimioterapia de cinco días de Romy. Mientras nos preparábamos para dejar el hospital, listos para regresar a casa después de una jornada larga y agotadora, las cosas tomaron un giro inesperado. Justo cuando estábamos realizando el chequeo final antes de salir, Romy tuvo que ser readmitida debido a una fiebre repentina. La noticia nos golpeó fuerte.

El proceso de hacerla regresar al hospital fue lento y complicado. Debido a los protocolos del hospital, tuvimos que esperar los resultados de una prueba de COVID antes de poder ingresar nuevamente a la sala. El tiempo de espera fue angustiante, extendiéndose hasta altas horas de la noche. Sin embargo, Romy se mantuvo tranquila. Después de varias dosis de antibióticos como medida preventiva, los médicos confirmaron que no había contraído ninguna infección, pero debía quedarse a observación durante la noche.

Fue un susto breve, pero suficiente para ponernos a todos en un estado de ansiedad. La resiliencia de Romy, sin embargo, nos mantuvo con los pies en la tierra. Mientras nos instalábamos en nuestra habitación para la noche, no pude evitar maravillarme de su capacidad para sonreír, incluso en medio de la incertidumbre.

Pero los retos no terminaron ahí. La semana siguiente, Romy cayó con un resfriado fuerte. El virus se propagó rápidamente por nuestra pequeña familia, y todos sucumbimos a la misma enfermedad. Habíamos sido muy cuidadosos, permaneciendo en casa la mayor parte del tiempo y usando mascarillas cuando salíamos, solo al hospital o al supermercado. Fue desalentador que, después de tanto cuidado, Romy aún terminara resfriada.

A pesar de la enfermedad, el ánimo de Romy nunca flaqueó. Recuerdo verla sonreír mientras sostenía con orgullo su dibujo de un arcoíris durante su estancia en el hospital. Los colores que eligió eran vibrantes, casi simbólicos de su propia fortaleza interior. Fue un momento hermoso de alegría en medio de todo. A pesar de la fiebre, el dolor y la constante incertidumbre, la risa de Romy fue una luz brillante en medio de la oscuridad.

Como familia, enfrentamos los días que siguieron con cautela, sin bajar la guardia, pero también encontrando pequeños momentos de alivio en los más simples placeres: el arte de Romy, su risa, los momentos compartidos de descanso, y la esperanza inquebrantable de que este capítulo difícil pronto quedaría atrás.

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